NO OLVIDAMOS, NO PERDONAMOS, NO NOS RECONCILIAMOS…

Estas palabras sostienen una obligación que llama a nuestras conciencias.

Olvidar, ¡no podemos olvidar! Es el pedido más cruel, es un deseo de inhumanidad asqueroso, hacerlo sería desvanecernos.

Supongamos que hoy vacían nuestra memoria, que ya no recuerde quienes son mis padres, mis hermanos, donde viví, a quienes conocí; que ya no recuerde cuales son las calles que me conducen a tal o cual lugar, que ya no sepa de repente quien me engañó, quien me amó, a quien amé; supongamos entonces que nuestras memorias se vuelven inertes, ¿quien sería entonces? Mi pasado me moldeó y cada paso anterior es el que me llevó hasta acá… si no recordará no entendería porque me conduje a este lugar; no podría hacer nada porque el aprendizaje no existiría y las personas y las cosas que abrazaría no significarían nada para mi, me manejaría de forma programada, me manejarían.

Lo mismo sucede a un nivel general, es decir, mirándonos a todos como parte de esta existencia, en este lugar. No olvidarnos implica amarnos y estar despiertos, entender porque y para que somos… No olvidarnos es darnos un sentido. Acá sucedieron crímenes en manos del estado, se robaron identidades desafiando la memoria y trucando el pasado de muchos. Acá los cuerpos fueron sometidos, torturados, marcándolos con un sufrimiento que los acompañará toda su vida, creyéndose así, estos hacedores del dolor, dueños de la vida, siendo dueños de la muerte. NO podemos olvidar que sucedió, cargamos en nosotros todos aquellos cuerpos con historias, cuerpos que soñaron, que quisieron, que amaron, que hicieron; cuerpos que querían caminar, que hablan de futuros que hoy no existen. Cuerpos que tenían amigos, familias, compañeros, y estuvieron donde estamos parados nosotros ahora, modificaron este lugar. Si olvidáramos, efectivamente eliminaríamos a estos cuerpos, a estas personas, y con ellos a quienes intentaron hacerlo, olvidaríamos cual era el cometido de estos sujetos, cual era su ideología. Y nos expondríamos así a volver a caminar estas calles sin saber que calles son y a donde nos conducen, nos encontraríamos con los que nos mataron y simplemente los dejaríamos pasar porque no sabríamos quienes son.

No perdonamos porque el dolor que llena nuestra historia exige nuestro compromiso, perdonar sería darle menor importancia a lo sucedido, sería burlar las vidas robadas y las de aquellas personas cercanas a estas, no perdonamos porque queremos que la verdad alce la voz y la justicia tome partido, aquellos que torturaron, asesinaron y tomaron a los hijos de éstos robándoles su identidad no pueden seguir impunes, esta acción sigue hablando de olvido, y mientras seamos un pueblo sin memoria nunca entenderemos para que estamos vivos…

Nosotros, HOY, vivimos en un presente que sufre cotidianamente de este pasado tan enfermo que no para de renacer, en diferentes formas, rostros y voces, para avasallar con los sueños, con la lucha que busca incansablemente otra realidad, que hable de igualdad, justicia y libertad: pero aquella libertad real, no esa vendida, ultrajada y vaciada de contenido que nuestro pasado se encargo de construir y nuestro presente sostiene. Entonces por eso, por lo que intentó construir aquella generación reventada y por lo que queremos construir…

NO OLVIDAMOS,

NO PERDONAMOS,

NO NOS RECONCILIAMOS.