3 de mayo de 2008

Espio desde mi cuarto.

Las luces que espío desde la hermeticidad de mi cuarto, las luces que fabrican la ciudad me regalan constelaciones que el cielo caprichoso me impide ver, que al cielo caprichoso le impiden mostrar; tapizando sus manos con un color y un sabor gris de urbanidad… Entre los puntos luminosos dibujo las líneas de tu cara y encuentro tus manos en la profundidad del vacío… pero es eso, vacío.

Ahora detenidx en mi celda, siento el ritmo de las calles, ya puedo predecir cuando cruzará el próximo auto, y puedo percibir el coro absurdo de las voces alienadas y como pelean para no ser devoradas mutuamente, puedo sentir a la señora que pierdes sus monedas y otras cosas más… y como un bebe parece estallar contra el pavimento estando en brazos de su mamá, y en un momento se confunden los sonidos y ahora es solo ruido, un nudo de vibraciones y el mundo parece romperse… La pantalla de negro y mis ojos quieren gritar, quiero despegarme del suelo, quiero alejarme, alcanzar las luces, aunque sean aquellas fieles, ficticias; y tropiezo y vuelvo a mi acondicionado cuartito, en la quietud de la comodidad, nuevamente te espío por las hendijas de mi persiana… esperando a que los dibujos se vuelvan realidad.

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