11 de abril de 2008

Por que tengo pies...

¿Porqué esto?

Porque tengo pies y con ellos empecé a andar, descubrí que podía ir más allá de donde empecé, llevarme a mi misma a donde sea. Y cuando descubrí que podía direccionar ese caminar, también entendí que mis ojos podrían informarme hacia donde andar, mis oídos me equilibrarían y dictarían lo que sabían tocar y desnudar. Ahora, mis manos se encuentran con texturas y formas; mi boca arranca de ciertas imágenes, variedades de sabores, y mi olfato termina de traducirme lo que encuentra del otro lado de mi piel, ahí afuera…

Y ahí estamos todos percibiendo el mundo y ahí la cuestión…

El mundo empieza a agrandarse cuando esos pasos se multiplican, cuando esos ojos dan vuelta una esquina y otra, otra y otra mas, esquinas que ya no son tan lindas, esquinas filosas donde sucumbe y sobreVIVE gente, personas que son el antagonismo de mi comodidad. Es ahí cuando los sonidos que llegan en aquel momento no llevan el equilibrio, y el olfato traduce insultos. Cuando las manos parecen recluirse por seguridad, y mi boca siente que pronto mi amigo ha de ser mi propia cena.

El mundo empieza a agrandarse cuando uno decide, y es ahí cuando suceden tantas cosas puertas adentro de la piel, cuando parece que la cabeza no podría sostener tanto peso, tantas imágenes agolpadas reclamando algo de uno, todas escurriéndose hacia dentro … y ahora, acá.

El mundo empieza a agrandarse entonces, y cada paso puede dar miedo. ¿Qué sucede si vuelvo al primer paso donde el mundo era tan cómodo, entonces?... ¡¡No!! ¿¿Qué digo??, ya no se puede, porque entiendo que esta es la realidad.

¿De ahí, a donde?, ¿Qué hacer?...

Nos paseamos en mundos de cuatro pasos por cuatro pasos, perfectamente diseñados para entretenernos, para acomodarnos a otros tantos puestos que reproducirán otros tantos mundos de cuatro por cuatro donde se venden sensaciones que prometen arrimarnos a la felicidad. Y por fuera de estos, las miles de esquinas y mi cabeza rodando entre estas, sigue vigente la pregunta, siguen los diseñadores, se elevan los mundos plásticos y mi cabeza no soporta el peso. O me tiro, o vacío las imágenes en la tele o en un bar, o choco contra otra cabeza y con otra y otra (estas cabezas con sus cuerpos). No solo somos receptores, no solo todo se escurre hacia el interior de nosotros.

Mi boca recicla lo que mis ojos y mi olfato trituran, y mis manos pueden alcanzar ciertas cosas, texturas que no son únicas y algunas permiten moldeados. Siento que ya no soy solo un testigo, soy protagonista, y esa misma condición física que me permite sentir esto me da la responsabilidad de crear para llegar quizás a escalar de la mano de otras sensaciones una felicidad que es real.

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